Conservaos en el amor de Dios.
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad,
En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así probéis que sois mis discípulos.
Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
El que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En esto sabemos que estamos en El.
Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, así como yo os he amado
Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Y nosotros hemos llegado a conocer y hemos creído el amor que Dios tiene para nosotros. Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él.
Judas 21 Jn. 15:4,5 Gal. 5:22 Jn. 15:8-10 I Jn. 2:5 Jn. 15:12 Ro. 5:8 I Jn. 4:16