»Dios amó tanto a la gente de este mundo,
que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no
muera, sino que tenga vida eterna.


martes, 6 de noviembre de 2012

Revista Rhema / Noviembre 2012


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Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.

Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en su Hijo.

El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero.

Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.

Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

Sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es.

Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder.

Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis.

Col.3:4  Jn.11:25  I Jn.5:11,12  I Ts.4:16-18  I Jn.3:2  I Co.15:43  Jn.14:3