»Dios amó tanto a la gente de este mundo,
que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no
muera, sino que tenga vida eterna.


viernes, 23 de marzo de 2012

Experiencias con Dios

 

Al estar leyendo el libro de Éxodo me topé con algo que me resultó difícil de creer. En el capítulo 24, Aarón y otros de los líderes de Israel suben junto con Moisés al monte Sinaí, donde vieron a Dios. La historia relata que vieron sus pies y que el piso bajo los pies de Dios “que era como de zafiro”. Fue una experiencia tan extraordinaria, que inclusive, la Biblia menciona que no murieron por haber visto a Dios tan de cerca. Estoy seguro que todos nosotros nos morimos de envidia con la idea de poder estar tan cerca de Dios, pero esto no es lo que me sorprendió, porque encontramos otras ocasiones en las cuales el Señor se reveló a los hombres. El motivo de mi asombro fue que, en el capítulo 32, es decir, unas cuantas semanas después de esta increíble experiencia en la que Aarón y sus compañeros vieron con sus propios ojos a Dios, el creador de todo el universo, ¡lo encontramos haciendo un becerro para substituir a Dios! Sí, el mismo Aarón que había estado al lado de Moisés, que había visto a Dios librarlos milagrosamente de Egipto, que presenció con sus propios ojos las doce plagas, que estuvo presente cuando se abrió el mar rojo, e inclusive, vio al mismo Dios con sus propios ojos, ¡termina haciendo un becerro de oro y le dice al pueblo que éste es el dios que los sacó de Egipto! ¡NO JUEGUES!
De entrada veo varias cosas que necesitamos aprender de esta experiencia.
Uno – No podemos basar nuestra relación con Dios en las experiencias únicamente, ya que, mientras que son importantes y válidas (entiéndase que no las estoy descartando), nuestra relación con Dios tiene que estar basada en una profunda convicción personal. Cuando estaba en la preparatoria y más tarde, en la universidad, tuve dos amigos que vivieron grandes experiencias con Dios. Esas experiencias los encendieron con una gran pasión para el Señor. Junto a ellos, yo parecía un cristiano tibio y mediocre, pero después de que pasó la euforia de la experiencia, ambos se fueron enfriando al punto de alejarse de Dios. No estoy peleado con las experiencias, pero no podemos basar nuestra relación con Dios en ellas, porque entonces, ¿dónde queda nuestra fe cuando se escasean o la vida las torna negativas? La fe tiene que estar basada en una convicción de que Jesucristo es Dios y que Él está en su trono, en las buenas y en las malas. Mis experiencias no cambian mi fe en Dios. Pablo nos declara en 1 Corintios 15:2 “Son salvos, si se aferran a la Palabra…”
Dos – Mi relación con Dios se tiene que mantener fresca cada día. Moisés había subido a la montaña para recibir Los Diez Mandamientos y se tardó 40 días. En ese tiempo de seis semanas, el pueblo se olvidó de Dios. Tú y yo necesitamos acercarnos a Dios diariamente para abrir su Palabra, hablar con Él y adorarle, para que nuestra relación no comience a enfriarse y lleguemos al punto de negarlo cuando las cosas no salen bien.
Tres – No puedo vivir de la relación de otros. El pueblo de Israel se negó a que Dios hablara directamente con ellos y pidieron que lo hiciera por medio de Moisés, quien serviría como mediador entre Dios y ellos. Muchos de nosotros caemos en lo mismo sin darnos cuenta. Queremos que el pastor o líder tenga una relación íntima y cercana con Dios, y que sea él o ella quien nos comunique lo que ha escuchado de Dios, pero nosotros no queremos tomar el tiempo y el esfuerzo de buscar al Señor por nosotros mismos. Yo tengo que aprender a buscar a Dios por mí mismo y escuchar Su voz, ya que Él desea hablar con todos nosotros. Es injusto ignorarlo porque no tengo tiempo o deseos de su presencia, mientras que espero recibir todas sus bendiciones y dirección para mi vida.
Una vez más, quiero aclarar que no estoy peleado con las experiencias. Sé que son genuinas e incluso las deseo para mí, pero mi relación con Dios no está basada en ellas, sino en una convicción, en una relación personal y fresca cada día. Te invito, amigo, a buscar esa experiencia con Dios.