»Dios amó tanto a la gente de este mundo,
que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no
muera, sino que tenga vida eterna.


viernes, 23 de marzo de 2012

No desistas

¿Has sentido alguna vez cuando oras, el cielo guarda silencio? En esos momentos es fácil darse por vencido y pensar que Dios nos ha vuelto la espalda. Sin embargo, es precisamente ahí cuando debemos recordar que la persistencia es esencial para una victoria espiritual.
Por supuesto que Dios puede hacer un milagro en un instante, pero, por nuestro propio bien, a menudo prefiere forjar en nosotros madurez, fe y carácter. Así como los músculos solamente se desarrollan a base de resistencia y no cuando estamos sentados frente a la televisión, nuestra fe requiere resistencia para poder crecer y desarrollarse.
Es natural que al inicio del caminar con Dios o cuando se emprende un ayuno, se experimenten dificultades. Es por eso que muchas personas “avientan la toalla” y se dan por vencidas, ignoran que esa es precisamente la estrategia del enemigo, él ataca al principio para desanimar y hacernos desistir.
Lo mismo sucedió cuando Dios envió a Moisés a librar a Israel de la esclavitud de Egipto, lo primero que sucedió fue que el Faraón se enfureció y mandó que no se les diera paja para fabricar los ladrillos, mientras que debían mantener la misma cuota de producción, es decir, ¡en vez de mejorar, las cosas empeoraron!, y ¿cuál fue el resultado? La gente no se enfadó con el faraón, sino con Moisés y Aarón, ¡preferían seguir siendo esclavos el resto de su vida que tener que soportar un poco de sufrimiento para obtener su libertad! En nuestro caso, cuando iniciamos una búsqueda por Dios en ayuno y empieza a dolernos la cabeza, surgen problemas en casa o el trabajo, podemos caer en el error de culpar a Dios; pero si queremos vencer, tenemos que ser persistentes ante la oposición, de otro modo permaneceremos en el mismo lugar de siempre y el diablo quedará muy satisfecho por mantenernos ahí.
A pesar de los problemas, Moisés no desistió, ¡y vaya que tuvo una gran lucha! El Señor desató plaga tras plaga sobre Egipto, y aun así, el faraón y no accedía a dejar en libertad a Israel, pero finalmente, con la ayuda de Dios, ¡lograron la victoria y su tan anhelada libertad! Dios quiere librarnos de toda atadura, pero tenemos que persistir, aun cuando el enemigo se levante para tratar de desanimarnos y frustrar nuestros avances. ¡La victoria es nuestra… si persistimos!